A SU INCAPACIDAD, LA JUSTICIA LOCAL LE AGREGA AHORA SU INDECISION
Los investigadores trataban de dar con una banda dedicada a organizar juegos clandestinos en la web, pero luego de un cinematográfico allanamiento y el secuestro de equipos informáticos de uso casero, arrestaron a una docente jubilada que sólo tiene los mismos nombres y el mismo apellido que la supuesta delincuente.
La fuerza detuvo a otra María Isabel Espínola (en la foto junto a un hijo), en lo que hoy ya nadie duda de que solo se trata de un supuesto error por homonimia.
La humilde y laboriosa familia González jamás olvidará la brutal experiencia que debió sortear el martes 4 de agosto de 2020. Alrededor de las 15, la casa que ocupan en el barrio 1 de Mayo de la capital provincial fue sorpresivamente allanada, con la irrupción de un numerosísimo grupo de efectivos de distintas áreas de la Policía provincial. Los uniformados actuaban por orden del juez subrogante Enrique Guillen, por infracción al Art. 301 Bis del Código, tras una denuncia del Instituto de Asistencia Social (IAS).
En el procedimiento, unos diez efectivos ingresaron al domicilio de manera violenta, revolvieron cada rincón de la casa violando totalmente la intimidad, desordenando e inclusive desparramando la basura dejando un verdadero desastre innecesario.
Terminaron secuestrando varios equipos informáticos de uso doméstico, como celulares y computadoras, y, sobre todo arrestando a María Isabel Espínola, docente recientemente jubilada, esposa del jefe de familia, y madre de varios jóvenes, entre ellos uno con discapacidad.
La derivaron por dos días a la Alcaldía de Mujeres del barrio Guadalupe, en compañía de otros detenidos comunes. Nadie entendía nada, porque nadie informó de que se trataba semejante operativo; la humilde familia debió intervenir gastando el dinero que no tienen, e invirtiendo el tiempo y la salud que en muchos de ellos es sumamente escaso para reponerse y liberar a María Isabel.
Visita a abogados y el pago de más de 50 mil pesos lograron el objetivo; pero la inmensa sensación de injusticia, y la obligación de persistir en la Justicia ante una causa armada por un aparente error investigativo cuya existencia ignoran por completo, los tiene aun sumamente angustiados.
En las últimas semanas, la mujer fue y volvió tantas veces como consideró necesario a la sede los Tribunales, esperando que el juez haga efectiva la restitución de sus bienes informáticos, de exclusivo uso laboral, además de recuperar su condición de inocente, para dejar atrás definitivamente una experiencia dura y absurda, pero sobre todo injusta.
En el entorno familiar discuten por estas horas la organización de un escrache pacifico, junto con parientes, vecinos y amigos, frente a la sede judicial, intentando que el magistrado se redima y cumpla con su rol.