La Justicia se muestra lerda ante un brutal caso de abuso sexual reiterado ocurrido en un call center

LOCALES 12 de marzo de 2021 Por DE N/REDACCION
Tampoco la Secretaría de la Mujer se mostró activa ante la presentación efectuada por la víctima, hace varias semanas, mientras sobrevuela la idea del amparo estatal para resguardar la reputación de una firma, donde deambula un monstruo y sus más bajos instintos que atacan a desprotegidas mujeres, sin ningún tipo de limite.

Una mujer de 29 años de edad (en la foto, de espalda, con un periodista de CuartoPoder), espera la reacción de la Justicia ordinaria, y del Gobierno provincial, tras formalizar una denuncia contra un compañero de trabajo que durante varios meses la sometió a todo tipo de vejámenes, dejándola al borde del suicidio y subsistiendo apoyada por un interminable coctel de medicamentos suministrados por una profesional.
“Fui contratada por la firma VN Global BPO para trabajar en el Call Center de Av. González Lelong 442; entre marzo de 2019 y enero del año siguiente me designaron en un grupo de trabajo donde comencé a ser controlada y a depender directamente de RM, identificado en el ámbito laboral como el team leader”, cuenta Marina, la valiente mujer que, respaldada por su familia y su pareja, decidieron sacar a la luz la experiencia, mientras buscan afanosamente la mano de la justicia.
“Transcurridos unos cuatro meses, este hombre, de unos 26 años de edad, comenzó a tener comportamientos abusivos, como ir a la computadora donde yo trabajaba con el pretexto de controlar o enseñarme algo, mientras rozaba mis pechos con sus brazos, o una mano cada vez que intentaba agarrar el mousse del equipo instalado en la mesa que usaba”, describió.
“Al principio no le di importancia a ese comportamiento, imaginando que era sin intención. Esa actitud se volvió recurrente en mi puesto de trabajo, hasta que entendí que eran verdaderas sus intenciones, cuando un día me expresó que mis pechos eran grandes. Esos dichos fueron en aumento con el paso de los días; me decía frases tales como: “seguro tu novio se divierte en tus tetas”; “me gustaría tener una mujer así”; “me gustaría que mi novia tenga las tetas grandes como la tuya”, añadió.

EN AUMENTO
“Los comportamientos de RM fueron en aumento día a día, yo no sabía cómo terminar con ellos, hasta que una vez me dijo que quería tener algo conmigo a lo que respondí que “tenía mi pareja”; ¡que vivo con mi pareja”, “que mi pareja es la persona que me lleva y me va a buscar del trabajo”. En ese momento me pregunto el nombre de mi pareja, a lo que respondí sin problemas. El me conto que conocía a mi pareja y agregó que le desagradaba mucho el hermano de mi pareja”, recordó en el diálogo con este medio.
“Se daban estas situaciones en mi puesto de trabajo de manera recurrente, yo no sabía cómo comportarme para terminar con estas situaciones. También veía un comportamiento similar hacia algunas compañeras de trabajo. Cada vez que pasaban estas situaciones me ponía muy incómoda, sólo me reía, intentaba no darle importancia. Simplemente quería seguir trabajando y no tener una mala relación con la persona de la que dependo directamente”, describió
“Desde esos tiempos tengo un tratamiento dental con ortodoncias, por lo que debo ir a consultas. A veces los turnos coincidían con mis horarios de trabajo por lo que dependía de RM para que me autorice salir y así concurrir a las consultas con la odontóloga. Comencé a pedirle permiso cada vez que necesitaba concurrir a mis consultas odontológicas. El me concedía los permisos, con la condición de que cumpla las horas de mi trabajo en otro horario, pero me decía cosas como que “si ando bien con él, voy a andar bien en el trabajo”, dándome a entender que le debía algo por los permisos”, dijo. 

FUERTES APRIETES
“Eran de tal magnitud los hostigamientos que llegué a sentir que en realidad le debía favores. Un día al ir al baño, me cruzo con él y me dice que quiere hablar conmigo, cuando le pregunto sobre que, se me tira encima, intentando besarme y manoseándome el cuerpo; quedé sin reaccionar; le dije que eso estaba mal que no quería, el me pidió perdón, y que no podía controlar la situación porque le gustaba demasiado. Fue entonces cuando me pide por favor que acceda a que me tocara; fue entonces cuando me mete un mano debajo de la blusa sacándome una teta y besándola inmediatamente, a tal punto que se rompe el bretel del corpiño.
En ese momento intento frenarlo y le digo que se detenga, que no joda más, que eso está mal. Vuelve a pedirme perdón, jurando que no volvería a hacerlo nunca más”, describió la mujer, mientras observaba la bolsa de medicamentos que le suscribió la psicóloga, tras esta experiencia.
“Luego de ese hecho en particular, comencé a buscar ayuda entre mis compañeras de trabajo, le hablé a un compañero para que me acompañe en mis tiempos de descanso para no quedarme sola, no quería dar la oportunidad de que me encontrara sola. Mis compañeros me veían llorar en mi puesto de trabajo y lo asociaban con el oficio que desarrollaba”, contó.
Marina, dijo que intentó “entender que estaba pasando, comencé a sentir miedo. Incluso empecé a somatizar, tener dolencias gastro intestinales, cervicalgia, entre otras. Lo que hacía que faltara al trabajo, en varias oportunidades, incluso estando allí tuve que retirarme algunas veces por estar descompuesta”.
Empero, “RM, muy lejos de estar arrepentido por lo que pasó la vez que me corto el bretel del corpiño, continuó con sus comportamientos abusivos. Me pedía que me quede una vez finalizado mi horario de trabajo, a lo que le respondía que “no podía, que me pasaba a buscar mi pareja”. Me seguía pidiendo que vaya al baño; una vez fui y cuando estaba adentro del baño de mujeres recibí una video llamada a mi celular de RM, donde se lo veía masturbándose en el baño de varones, contiguo al que usamos nosotras. No entendía como le podía generar placer un comportamiento de ese tipo, invente que me parecía que había alguien en el baño de mujeres con la excusa para cortar la llamada. Incluso comenzó a pedirme que le enviara fotos intimas, nuevamente poniéndose muy insistente”, aseguró.

TODO PEOR
“En 2020, producto de la pandemia comenzamos a trabajar con personal reducido, por turnos. En mi caso, me tocó trabajar en una sala donde estaba completamente sola; un día se acercó para hablarme; me preguntó como estaba, y entre otras cosas a pedirme si nos podíamos ver, me ofreció dinero, o lo que yo quisiera con tal de tener sexo al menos una vez; Le dije que no, que no era esa clase de muer, que no podíamos tener nada que continuaba con mi pareja y que incluso nos íbamos a casar, que por favor no me volviera a hacer ese tipo de propuestas; me dijo que le disculpara, que pensó que por ahí podría aceptar, que no veía otra manera, que él quería que tengamos relaciones sexuales; que incluso me iba a gustar, y me iba a tratar mejor que cualquiera. No podía creer lo que seguía diciéndome, le reiteré mi respuesta negativa, y le pedí que no me joda más”, subrayó.
“Estuve un par de semanas en esa sala, siempre tuve miedo de que volviera, entonces hablé con mis superiores para que me cambien de lugar de trabajo. Me trasladaron a un área que quedó vacía por que quien la ocupaba estaba de licencia; más tarde se reincorporó y me mandaron a otra sala, donde había pocos compañeros, y no tenía cámaras. Esa sala tiene dos puertas de acceso superpuestas. RM iba a acosarme también a esa sala, cerraba una de las puertas y la otra quedaba entreabierta, suponiendo que le iba a dar tiempo para simular que me estaba instruyendo en el trabajo en el caso que alguna persona se acercara”, acotó.
“El acoso ocurría cuando se retiraba la última persona, ya que atendiendo a medidas de desinfección y protocolo COVID 19, teníamos horarios de entrada diferenciados, y era la última en retirarme. Cuando se marchaba la anteúltima, y quedaba sola, ingresaba el a acosarme nuevamente, masturbándose hasta eyacular en el piso, incluso cuando dialogaba con un cliente. A él no le importaba lo que decía, y seguía masturbándose, muchas veces me salpicaba con sus secreciones”, aseveró, en medio de lágrimas, y muy frustrada. 
“No sabía qué hacer. Sentía que era mi culpa porque en ocasiones anteriores no lo denuncié. No sabía qué hacer para que abandone ese comportamiento; como en ocasiones anteriores, al confrontarlo me pedía perdón y nuevamente prometía que no se iba a repetir”, reiteró.
“Muchos sabían cómo se comportaba con las mujeres en el trabajo.
Los primeros días de octubre de 2020, me encontraba trabajando en la sala de capacitaciones, cuando ingresa RM y cierra la puerta, agarra su celular, pone un video porno y lo recuesta sobre una CPU cercana; enseguida, saca su pene y comienza a masturbarse al lado mío. En ese momento me encontraba haciendo mis llamadas, pero toma mi mano y la pone sobre su miembro para que continúe con el acto. Seguidamente me toma del cuello y me obliga a meter su pene dentro de mi boca, eyaculándome por completo. Yo escupí en el piso y le grite que me traiga servilletas y agua para higienizarme. Como siempre, se disculpó y prometió dejar de hacerlo”, dijo.

DESENLACE
“Después no volví a tener contacto con él, e incluso gestioné unas vacaciones. El día que debía reincorporarme, cuando me dirigía al trabajo comencé a sentir un dolor en el pecho, seguido de sudoración, y falta de aire. Una profesional que me atendió a las pocas horas me explicó que estaba teniendo un ataque de pánico, mientras no podía parar de llorar. Me indicó suero y tranquilizantes, y la asistencia de una psicóloga. No me di cuenta de la magnitud del daño que me causó todo esto, hasta que en una oportunidad volví a verlo, me puse muy nerviosa al punto de orinarme encima. Hoy me encuentro con licencia y tratamientos psiquiátricos, que incluyen la ingesta de varias drogas muy fuertes. 

PROXIMA ENTREGA: * EL CALLE CENTER Y SUS CLIENTES*

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