LA INMADUREZ POLÍTICA PONE EN RIESGO LA DEMOCRACIA



Sin embargo, el agresor abrió la Caja de Pandora. El hecho en sÍ mismo dejó a la vista la ausencia de un sistema de Seguridad e Inteligencia adecuado para resguardar a las figuras más notables. Esos organismos deberían haber tomado recaudos, especialmente, cuando la vigilia militante se instaló frente a la casa de la vicepresidenta, en protesta contra un dictamen del Ministerio Público que pide una condena muy dura y la inhabilitación para ejercer cargos públicos. Caía de maduro que, en esas circunstancias, podía ocurrir cualquier cosa. Y no ocurrió lo peor porque la bala no salió.
El presidente Alberto Fernández reaccionó tarde y lo hizo de la peor manera: con un feriado arbitrario para asegurar una Plaza de Mayo poblada de militantes. La vocera oficial Gabriela Cerruti dijo que “la democracia se defiende en las calles”. La actriz oficialista Alejandra Darín, flanqueada por todo el gabinete, acusó a la oposición de “sembrar el odio”. El gobernador Axel Kicillof aseguró que el del jueves a la noche es “el hecho más grave de nuestra historia”. Además de evidenciar desconocimiento de la historia argentina, esa frase sintetiza la expectativa del oficialismo: profundizar la división en el seno de la sociedad y sumar a todo el peronismo en la defensa activa de la vicepresidenta que, aparentemente, no tiene elementos para defenderse en los tribunales. Kicillof no dudó en comparar la conducta de Sabag Montiel con el pedido de inhabilitación del fiscal Diego Luciani: “El objetivo era deshacerse de la vicepresidenta”. De ese modo, todo el país, que repudia el atentado, debió adherirse a un feriado de apoyo político a una persona y, también, a un ataque a la Justicia. Uno de los pocos que se mostró prudente y ecuánime fue el secretario de la CGT, Héctor Daer, quien recomendó que “todos los actores políticos acaben con esta metodología’’ de odio”
El discurso del odio
En el discurso oficial leído por Alejandra Darín se evocaron expresiones muy violentas de sectores de la oposición, pero se pasó por alto el desarrollo completo del “discurso del odio” que viene “in crescendo” de 2003 y que el kirchnerismo ha convertido en metodológico. El desaparecido grupo de intelectuales denominado Carta Abierta produjo extensos documentos que constituyen una formulación teórica de “la construcción del enemigo”. El programa 6,7,8, en el canal oficial, fue la materialización de la idea de “bajada de línea” de Tristán Bauer. Y los videos que circularon por las redes tras la muerte violenta del fiscal Alberto Nisman para denigrar su imagen, una muestra de cómo reacciona esa corriente frente a un traspié judicial.
El odio y la descalificación del otro son incompatibles con la democracia, quienquiera que los practique.
¿Qué es la democracia?
Detrás del odio, hay un choque de sistemas que debería explicitarse. La democracia es un término que admite distintas interpretaciones, porque al decir “gobierno del pueblo” o hablar de “voluntad popular” da lugar a entender que quien obtenga la primera minoría en las urnas tiene derecho a hacer lo que quiera. Es la democracia “delegativa” en la que la figura del líder reemplaza a la del “presidente institucional”; las plazas ocupan el espacio del parlamento y la acción compulsiva del gobernante está por encima del control de la Justicia. Es el culto a la persona que caracteriza a las autocracias de cualquier tiempo. Pero ese no es el sistema democrático que establece la Constitución Nacional. En su texto, los tres poderes del Estado, sus funciones y sus atribuciones están perfectamente delineados.
La democracia en la calle es el concepto de los gobiernos, de izquierda y de derecha, que en el siglo XXI desplazan a la democracia representativa. Cristina Kirchner considera que “la Revolución Francesa ya es historia” y que debemos cambiar la Constitución. Cambiarla, no solo modificarla.
La violencia política
El ataque perpetrado por Sabag Montiel es un golpe muy duro a la sociedad argentina. Hablar de “violencia política” requiere demostrar que fue un intento de crimen por encargo. Y quién se lo encargó.
Cristina Kirchner fue víctima de un hecho criminal y los argentinos no soportan más crímenes. De haberse consumado, hubiera producido una herida agraviante que ninguna militancia podría convalidar. Pero la mayoría de los argentinos no confunde el repudio a un atentado con los ataques a la Justicia, a la oposición y al periodismo profesional.
La amenaza al sistema no la representa Sabag Montiel, sino una dirigencia incapaz de celebrar acuerdos, y cumplirlos, para responder a las urgencias de una sociedad empobrecida. Tanto, que parece haber perdido lo único que, según el mito griego, había quedado en el fondo de la Caja de Pandora, después que salieron de ella todos los males: la esperanza.