GILDO SE RINDE ANTE DIOS, PERO NO PUEDE CONCILIAR CON SU SERVIDOR EN LA TIERRA



Este sábado arribo con toda su troupe de colaboradores, incluidos sus funcionarios, legisladores y alcahuetes, a Misión Laishí, donde, como siempre, estuvo todo preparado para recibirlo como un monarca, y rendirle la pleitesía que arman el temeroso y el interesado.
La oposición “tiene que reconocer que no se pone de acuerdo; yo no invalido a nadie a ningún candidato”, arremetió como pretendiendo identificar a un contrincante para enfrentarlo, al menos, y por ahora, desde la barricada.
“Los que pretenden invalidar un Estado de democracia, están acostumbrados a llegar así al gobierno, son ellos; yo quiero competir”, desafió, ante un enfervorizado auditorio, acostumbrado a vitorear las muestras de cizañas y de pleitos callejeros.
“La oposición está pensando en decirle a la Corte que en su fallo ponga que Gildo no puede ser candidato, porque están acostumbrados a los golpes de Estado”, insistió, disfrazando la realidad histórica, pero es el gobernador, y sólo valen sus palabras.
“Nosotros siempre llegamos por la voluntad del pueblo, y yo solamente respeto dos voluntades: la de Dios y la del pueblo”, reforzó, imprimiéndole un paso más a su particular revisión histórica. Y como si fueran insuficientes los enemigos que identifica y arropa con su propio guión, trajo al ruedo al obispo de Formosa, José Conejero: “Sus dichos son equivocados”, espetó en dirección al religioso. Y aclaró: “Yo no estuve en ningún acto partidario recorriendo el oeste, lo he recorrido en actos institucionales y fue ahí que valoré las acciones de los pastores y me hubiera gustado, como católico, que un sacerdote nos diera la bendición”, tiró.
“La política la hago yo, sé hacer política, lo que no sé hacer es misa, en cambio ese señor usa el atrio todos los domingos para hacer política. Tiene que sacarse la careta y decir que es un antiperonista”, acusó, contundente y sacado.
“Nunca participa de los actos patrios, porque parecería que él cree como español, que esto es una colonia española y la Argentina es libre de todos los reyes y metrópolis”, comparó, ante el aval de todos los presentes, sólo atentos a los silencios para juntar las manos.